El Método Feldenkrais llegó a mi vida de manera bastante inesperada y rompedora de conceptos e ideas. Fue en el año 2009 en el Festival de Contact de Madrid, era la tercera edición de ese festival que hoy sigue celebrándose y recomiendo completamente.
Yo aún vivía en Tenerife y, en aquel momento, el Contact Improvisación no había llegado hasta la isla. Lo conocía por algunos vídeos que había visto por internet, y quería sentir y aprender algo de esa técnica, así que decidí inscribirme en el festival e ir a Madrid.
Cuando recibí la programación, los cuatro días de formación había esa nueva actividad “Feldenkrais”. Mi primer pensamiento: ¿esto tan raro qué será? A ver si me puedo escapar. Pregunté a mis profesores y compañeros de danza si alguien sabía qué era. No, nadie. Claro, es que no es un tipo de danza, es un método que se aplica a la danza y que, casi podríamos decir, comenzaba a llegar a España.
El encargado de presentarme la práctica fue ni más ni menos Thomas Kampe. Un hombre maravilloso, acogedor, lleno de experiencia y con gran pedagogía. Nos dijo que nos tumbáramos boca arriba y la exploración sucedía sin prisa, de una manera muy calmada. Esto para mí era algo novedoso, yo creía que conocía la calma, pero mi trabajo con el cuerpo venía de la gimnasia y la danza, de una manera más forzada y exigente.
Descansa dijo, descanso de qué pensé yo. Cuál fue mi sorpresa cuando noté que la pierna derecha había crecido. Sin esfuerzo, sin forzarme. No lo podía creer, sin hacer estiramientos. Seguimos la lección y fui notando como mi cuerpo iba cambiando, cómo si yo fuera un tipo de arcilla blanda y moldeable.
Cuando nos pusimos de pie, me sentía más larga, ligera, el exceso de mi curva lumbar había desaparecido. Estaba increíblemente sombrada. Llevaba muchos años intentando llevar mi cuerpo a ese estado desde la tensión, el esfuerzo, los estiramientos, y resulta que había una manera mucho más fácil de lograrlo.
Comenzamos a improvisar, ahí fue cuando decidí que yo iba a profundizar en este método. Bailaba sin esfuerzo, ligera, conseguía girar, saltar, desplazarme de una manera mucho más eficiente y mucho más placentera.
En aquella época ya era profesora de danza a adult@s y a niñ@s, al volver a Tenerife adapté totalmente mi concepto de la danza, necesitaba transmitir esa nueva filosofía del movimiento. Comencé a explorar en mi cómo podía integrar ese pequeño bocado en mis clases regulares. Y fue varios años después que tuve la posibilidad de entrar en una formación profesional en el Instituto Feldenkrais. Comencé porque quería mejorar mi calidad de movimiento como bailarina, y me fuí enamorando del método cada vez más hasta que llegó a formar parte de mi camino profesional.
Gracias al Festival de Contact de Madrid, a Thomas Kampe, al Instituto Feldenkrais España y a todos esos espacios que permiten que hoy comparta este valioso trabajo con otras personas.